Autor: Xema
Casi 10 años. Eso es lo que he tardado en volver a caer en las redes de la pesca a spinning en agua dulce. Solía moverme con cierta frecuencia por la marjal de Xeraco, en busca de basses despistados, pero pronto me enganché a la pesca con artificial en mar. En parte, por la fuerza de las presas; en parte por el olor a salitre; en parte por el sabor de la carne del pescado de agua salada.
Con el paso de los años, he aprendido a admirar con más ímpetu las dos primeras razones, y a respetar la tercera, procurando respetar al máximo el Captura & Suelta. Esto debo agradecérselo, sin duda, a Rafa.
Este fue uno de los motivos por los cuales este domingo retomé mis aventuras en agua dulce, sabedor de que no me iba a llevar nada que lograra capturar. Fue una mañana dura. Madrugón aparte, fueron dos horas de trayecto en coche hasta cierto pantano extremeño conocido por dar refugio tanto a lucios, como a basses. Hacía bastante frío y viento, el cual nos podía haber fastidiado el día de pesca. Mi amigo y compañero de fatigas Álex, me invitó a pescar en su barca, y no me pude negar. Y vaya que si lo disfruté…
Una vez en el agua, nos dirigimos hacia una primera zona en la que esperábamos hacernos con algún lucio. Después de cerca de dos horas, desistimos. Para desplazarnos, montamos tres cañas a curri con crankbaits. En esa media hora, salieron tres lucios, siendo el mayor de 3 kg pasados. Estaban concentrados todos más o menos en el mismo sitio. El señuelo que se llevó el gato al agua fue uno de color natural: lomo negro y flancos y vientre blancos, y Adolfo, hermano de
Álex, fue el triunfador.
Posteriormente, cambiamos de tercio, y de zona, y nos dispusimos a tentar al esquivo black bass. Yo monté un Shadow Rap color Albino, pero ni señal. Álex, mientras, probaba con varios señuelos distintos: jigs, spinnerbaits, vinilos,… con la misma suerte que yo.
Miro en mi caja, la cual está constituida por señuelos que, en un principio, había destinado para agua salada (todos ellos jerkbaits), pero que por un motivo u otro había desechado, y encuentro un Pointer 78 SP color mújol (Spotted Shad Konoshiro, lomo negro, flancos plateados con rayas negras y vientre plateado, con detalles en amarillo). Pienso hacia mis adentros que el bolo ya lo tengo, así que nada peor puede ocurrir…
Al cuarto o quinto lance, coloco el señuelo tras una roca que asoma en la orilla. Doy un golpe de muñeca. Pausa, Otro golpe de muñeca. Pausa más larga. Otro golp… ¡La leche! ¡Ha picado uno! Intento buscar el nylon desde la puntera de la caña, pero lo confundo con el agua y no lo veo. Es lo que tiene estar acostumbrado al hilo trenzado de colores… No tengo ni la menor idea de dónde se está metiendo el animal. Álex me grita: “¡Te va a partir el hilo con la hélice!”. Yo me pregunto: “¿Cómo narices ha llegado hasta ahí tan rápido?”. Después de un par de cabezazos, el pez cede. Álex lo toma por el labio inferior y
lo iza a la barca. Me mira y me dice: “¡Menudo blassaco! ¡Enhorabuena, disfrútalo!”. Una imagen vale más que mil palabras.
Ahora, el veneno ya se ha extendido, y ya estoy buscando equipo de casting. Qué se le va a hacer… ¡El vicio es el vicio!
Muchísimas gracias a mi buen amigo Rafa por dejarme formar parte de su magnífico blog con este relato, que espero que os haya gustado.
¡Saludos y buena pesca, dulce o salada!
Gracias a ti Xema por tomarte las molestias de preparar el relato para el Blog. Y ya sabes que pronto tendremos más “batallitas” que contar. Un abrazo compañero!